martes, 12 de noviembre de 2013

Vacunas Grupo 3

Vacunas


La disciplina de la inmunología tiene sus raíces en las primeras pruebas de vacunación que efectuaron Edward jenner y Louis Pasteur. Desde esos esfuerzos iniciales que antes eran los grandes azotes del género humano. La incidencia de enfermedades como difteria, sarampión, parotidismo, tos ferina, rubeola, poliomielitis y tétanos han disminuido de manera impresionante al volverse más frecuente la vacunación contra esos padecimientos.

Aun se requiere de manera angustiosa vacunas contra otras enfermedades. Cada año mueren en el mundo millones de personas a causa de paludismo, tuberculosis y sida anomalías para las que no se cuenta con una vacuna eficaz.

Es por completo necesaria la investigación mediante pruebas estrictas, ya que las vacunas se administran a grandes números de personas sanas.
Es necesario equilibrar los efectos adversos, incluso los que recurren con una frecuencia muy baja contra el beneficio potencial de la protección producida por la vacuna

Inmunizaciones activa y pasiva

se puede lograr inmunidad contra los microorganismos infecciosos mediante inmunización activa y pasiva . En cada caso la inmunidad se adquiere por procesos naturales (por lo general transferencia desde la madre hacia el feto o infección previas por el patógeno) o medios artificiales como inyección de anticuerpos o vacunas.

Los agentes empleados para inducir inmunización pasiva son anticuerpos de seres humanos o animales, en tanto que la inmunización activa se logra al inocular agentes microbianos inducen inmunidad, pero no causan enfermedad, o componentes antigénicos de esos microorganismos.
La organización mundial de la salud (OMS) ha declarado que la vacuna ideal debería tener las siguientes propiedades:
-accesibilidad en todo el mundo
-termoestable
-eficaz después de una sola dosis
-aplicable a diversas enfermedades
-suministrable por vía mucosa
-adecuada para su administración al principio de la vida.

La inmunización pasiva consiste en transferencia de anticuerpos preformados

Se reconoce a jenner y Pasteur como los iniciadores de la vacunación, o la inducción de inmunidad activa.

La inmunización pasiva, en la que se transfiere anticuerpos preformados a un receptor, se produce de manera natural con la transferencia de anticuerpos maternos a través de la placenta hacia el feto en desarrollo. Desarrollan protección adquirida de forma pasiva para estos anticuerpos maternos contra difteria, tétanos, estreptococos, rubeola, sarampión, parotiditis, y poliovirus. Los anticuerpos maternos que se encuentran en el calostro y la leche también inmunización pasiva al lactante. Se adquiere también al inyectar al receptor anticuerpos preformados.

En la actualidad son varios padecimientos que justifican el empleo de la inmunización pasiva que son:
-deficiencia de la síntesis de anticuerpos como resultado de defectos congénitos o adquiridos.

-exposición comprobada o probable a una enfermedad capaz de ocasionar complicaciones.

-infección por microorganismos patógenos cuyos efectos pueden contrarrestar con anticuerpos.


La inmunización activa confiere protección prolongada

Mientras que la finalidad de la inmunización pasiva es la protección transitoria o el alivio de un trastorno existente, la de la inmunización activa es conferir inmunidad protectora y memorial inmunológico. Cuando la inmunización activa tiene buenos resultados, la exposición subsecuente al agente patógeno desencadena una reacción inmunitaria intensificada que lo elimina con eficacia o previene la enfermedad mediada por sus productos.
Se puede lograr inmunización activa, el sistema inmunitario activa la proliferación de células t y b reactivadas con antígeno da lugar a la formación de células memorias.


Los virus y las bacterias atenuados producen inmunidad sin enfermedad

En algunos casos es posible atenuar los microorganismos de modo que pierdan su capacidad para causar afección de consideración, pero retengan su capacidad para crecer de manera transitoria dentro de un huésped inoculado.

Los virus y las bacterias atenuados producen inmunidad sin enfermedad.
La vacuna Sabin de la poliomielitis, constituida por tres cepas atenuadas del virus se administra por vía oral a niños en un cubito de azúcar  o un líquido azucarado. Los virus atenuados colonizan el intestino e inducen inmunidad protectora  contra las tres capas virulentas del virus de la poliomielitis. En el intestino la vacuna Sabin induce la producción  de IgA secretora que sirve como medio de defensa contra el virus de la poliomielitis  adquirido de manera natural. Induce además la producción  de las clases de IgM e IgG de anticuerpos.
A diferencia de la mayor parte de las otras vacunas atenuadas que requieren una sola dosis inmunizante, la vacuna Sabin necesita refuerzos.
Una de las desventajas de la vacuna atenuada es la posibilidad de que los microorganismos retornen a su forma virulenta.

Los microorganismos se inactivan mediante tratamiento con calor o productos químicos.
Otro criterio para la elaboración de vacunas es la inactivación del agente patógeno mediante calor o sustancias químicas, de modo que no sea capaz de multiplicarse en el huésped.
Las vacunas atenuadas suelen requerir solo una dosis para inducir inmunidad duradera, por otra parte, las vacunas de microorganismos muertos requieren a menudo refuerzos repetidos para conservar el estado de inmunidad del huésped.

Macromoléculas purificadas como vacunas
Algunos de los riesgos que acompañan a las vacunas de microorganismos enteros atenuados pueden evitarse si se emplean vacunas constituidas por macromoléculas purificadas específicas que se derivan de agente patógenos.

Se emplean como vacunas capsulas polisacáridos bacterianas
La virulencia de algunas bacterias patógenas depende de las propiedades antifagocitica de su capsula polisacarida hidrófila, cubrir la capsula con anticuerpos, complemento o ambas cosas incrementa de manera notable la capacidad de los macrófagos y los neutrofilos para fagocitar a estos microorganismos patógenos.
Una limitación de la vacuna polisacarida es la incapacidad para activar la celula Th
Una manera de hacer participar a las células Th en la reacción de un antígeno polisacárido consiste en conjugarlo con alguna clase de proteína portadora.

El empleo de péptidos sintéticos como vacunas ha progresado con lentitud
Aunque considerados muy promisorios con anterioridad, el empleo de péptidos sintéticos como vacunas no ha progresado como se proyecta de forma original. Los péptidos no son tan inmunogenos como las proteínas y es difícil conferir inmunidad humoral o mediada por células contra ellos. El empleo de conjugados y coadyuvantes puede contribuir a la producción de inmunidad contra los péptidos, pero aún hay barreras para el empleo generalizado de vacunas peptidicas que plantean un problema de gran interés a los inmunólogos.

La elaboración de péptidos sintéticos para utilizarlo como vacunas que tienen como finalidad inducir inmunidades humoral o mediada por células requiere conocimientos sobre la naturaleza de los epitopos de las células T y B. De manera ideal, las vacunas para inducir inmunidad humoral deben incluir péptidos que forman epitopos inmunodominantes en células B. Estos epitopos se pueden  identificar al determinar el anticuerpo dominante en los sueros de individuos que se recuperan de un padecimiento infeccioso.
Una vacuna que tiene buenos resultados debe  crear además una población de células Th de memoria; por este motivo, el péptido debe contener epitopos dominantes de células T.

Vacunas recombinantes con vectores
Se pueden introducir genes que codifican antígenos mayores de agentes patógenos en particular virulentos en virus o bacterias atenuados. El microorganismo atenuado funciona como vector, se multiplica en el huésped y expresa el producto génico del agente patógeno. Se han utilizado diversos microorganismos como vectores para las vacunas,  por ejemplo virus de la vaccinia, virus canarypox, virus de la polio atenuados, adenovirus, cepas atenuadas de Salmonella, cepa BCG de Mycobacterium bovis y ciertas cepas de estreptococos que existen habitualmente en la cavidad bucal.
De forma amplia se ha empleado como vector el virus de la vaccinia, que es el microorganismo atenuado que constituye la vacuna contra la viruela.
El virus de la vaccinia sometido a ingeniería genética expresa concentraciones elevadas del producto génico insertado,  que luego puede servir como inmunogeno potente en el huésped inoculado.
Otras vacunas como vectores atenuados podrían ser más seguras que la de virus de la vaccinia. En fecha reciente se han realizado pruebas de esta clase con el virus canarypox. Como su pariente, el virus de la vaccinia, el virus canarypox es de gran tamaño y se somete con facilidad a ingenieria genética para que lleve múltiples genes.

Otro posible vector es una cepa atenuada  de Salmonella typhimurium, en la que se han insertado mediante ingeniería genes de la bacteria causante del cólera. La ventaja de este vector vacunar consiste en que Salmonella infecta células de la túnica mucosa del intestino y, por este motivo, da lugar a la producción de IgA secretoria.

Vacunas de DNA.
En una medida de vacunación desarrollada en la actualidad se inyecta DNA plásmido codificador de proteínas antigénicas de modo directo en el musculo estriado del receptor. Las células musculares captan el DNA y expresan y expresan el antígeno proteínico codificado lo que precipita una reacción de inmunidad humoral y otra mediada por células.
El DNA parece integrarse  en el DNA cromosómico o conservarse durante periodos prolongados en una forma de epizona .el antígeno viral se expresa solo por las células musculares ,sino también por la células dendríticas situadas en la región que capta el DNA plásmido expresan el antígeno viral .

Las moléculas de DNA ofrecen ventajas sobre muchas de las existentes. Por ejemplo, la proteína codificada se expresa en el huésped en su forma natural, sin desnaturalización  ni modificación .por lo tanto la reacción inmunitaria se dirige contra el antígeno del mismo modo como lo expresa el agente patógeno.
La vacunas de DNA inducen además inmunidades humoral y mediada por células, la estimulación de ambas ramas de la inmunidad mediant6e vacunas que no son de DNA requieren en condiciones normales, inmunización con un preparado de microorganismos vivos atenuados que introducen elementos de riesgo adicionales.
Por último las vacunas de DNA producen expresión prolongada del antígeno, lo que crea una memoria inmunológica considerable.

Las pruebas efectuadas con vacunas de DNA en modelos animales  han demostrado que son capaces de conferir inmunidad protectora contra diversos agentes patógenos entre ellos el virus de la influenza.  Además se ha demostrado que la oclusión de ciertas secuencias de DNA en el vector desencadena una respuesta inmunitaria intensificada.

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